Contar con un equipo capacitado en atención de emergencias no es por normatividad: es para salvar vidas, proteger bienes y cuidar el medio ambiente.
¿Por qué una Brigada de Emergencia?
Una emergencia puede ocurrir en cualquier momento: incendios, accidentes, derrames o sismos. En esos primeros minutos críticos, la presencia y la respuesta de una brigada entrenada marcan la diferencia entre la vida y la muerte. Por eso la formación de brigadistas es una inversión estratégica y humana, más allá del cumplimiento normativo.
La prioridad es salvar vidas. Pero además de proteger a las personas, una brigada capacitada puede reducir pérdidas materiales y evitar impactos ambientales por eventos que, de no atenderse correctamente, pueden generar contaminación.
Beneficios de tener brigadistas capacitados
- Respuesta rápida y segura: primeros auxilios, evacuación y control inicial de incidentes.
- Protección de bienes: acciones rápidas pueden minimizar daños a instalaciones y equipos.
- Prevención del daño ambiental: manejo adecuado de derrames y control de fuentes de contaminación.
- Cumplimiento y resiliencia: la empresa mejora su capacidad para gestionar riesgos y recuperarse tras eventos.
La norma y la recomendación del 20%
En Colombia la normativa exige conformar, capacitar y dotar a las Brigadas de Emergencia. Además, recomienda que el 20% de la población laboral sea brigadista. Aunque para muchas empresas ese porcentaje puede parecer alto, el razonamiento es claro: entre más personas capacitadas haya, mayores probabilidades de salvar vidas y contener la emergencia.
¿Qué hacer si los empleados no quieren participar?
El punto de partida ideal es la voluntariedad. Sin embargo, cuando la respuesta inicial es baja, existen estrategias prácticas para incentivar la participación:
- Comunicar valor personal: resaltar que las habilidades que se adquieren (primeros auxilios, uso de extintores, llamadas efectivas a emergencias) sirven en la vida diaria.
- Campañas atractivas: convocatorias creativas, demostraciones en vivo y testimonios de personas que han aplicado lo aprendido.
- Beneficios no monetarios: medio día libre por cumpleaños, reconocimiento público o prioridad para actividades recreativas.
- Alianzas externas: gestionar con cajas de compensación entradas a parques o eventos para premiar a los miembros activos de la brigada.
- Motivación continua: ofrecer formación periódica, simulacros realistas y recompensas simbólicas para mantener el compromiso.
Es importante aclarar que la motivación no debe apoyarse únicamente en incentivos monetarios o en especie. El motor más potente es el propósito: saber que con esa capacitación se puede salvar una vida.
Recomendaciones para consolidar una Brigada efectiva
- Realizar un diagnóstico de riesgos específico de la empresa para definir roles y necesidades de entrenamiento.
- Seleccionar brigadistas voluntarios y, en su defecto, establecer criterios claros de participación por áreas críticas.
- Planificar programas de formación continuos: primeros auxilios, manejo de extintores, control de derrames y evacuación.
- Realizar simulacros periódicos y evaluaciones para mantener la capacidad operativa.
- Dotar a la brigada con equipos y suministros adecuados y mantener un plan de recambio y mantenimiento.
Conclusión
Formar brigadas de emergencia es una decisión ética y estratégica. Más allá de cumplir con la normativa, se trata de proteger lo más valioso: la vida de las personas. Una brigada bien formada no solo salva empleos y bienes, sino que también preserva el entorno ambiental y fortalece la cultura de prevención dentro y fuera del lugar de trabajo.
Artículo por FORBE S.A.S. — Consultoría en SST, Formación de Brigadas de Emergencia y Consultoría Ambiental.